“En la industria de los biocombustibles es el momento de los aventureros; estoy convencido de que el próximo Rockefeller va a ser latinoamericano.” La frase es tan colorida como su dueño, Carlos St. James, un norteamericano hijo de argentinos que cursó sus estudios secundarios en la Argentina y hace tres años trajo a su familia a Buenos Aires para que sus hijos conozcan lo que es crecer en estas latitudes.
Habla “en porteño”, filtrando frases en su inglés natural, gesticulando y entusiasmándose con cada frase que hilvana respecto al tema que lo desvela: el desarrollo argentino en materia de energías renovables.
St. James es un neófito en la temática. Decidió sumergirse en libros sobre aceites y alcoholes cuando conoció a un norteamericano que viajó al país con ánimos de invertir US$ 50 millones en la producción de biodiésel, pero encontró poco interés público y privado. Meses después, St. James estaba tramitando la personería jurídica para la Cámara Argentina de Energías Renovables, una entidad con 60 empresas –tanto nacionales como extranjeras– y sólo un año y medio de existencia.
—¿Por qué debería apostar Argentina por los biocombustibles? —Así como hace 100 años le dábamos de comer al mundo, ahora le vamos a dar energía. Tenemos el suelo y el clima perfecto para ello.
Existen empresas aceiteras En la Argentina estamos acostumbrados a pagar impuestos por exportar, mientras que en otros países te agradecen si lo hacés. Mientras que el productor de soja paga 32% de retenciones, si al mismo aceite se le agrega valor y se lo transforma en combustible, se paga “sólo” un 20%. Eso, también es un incentivo.
—¿Se han aprovechado esas ventajas? —Este año 2008 el país va a terminar con más de un millón y medio de toneladas de producción de biodiésel.
Es casi el 13% de la producción mundial y esto es noticia, porque hace dos años no había nada. Pero aún falta mucho por recorrer.
—¿Cuáles son las asignaturas pendientes? —Falta de confianza en el país. Todo lo que ha ocurrido este año le quita credibilidad al Gobierno. Argentina tiene buenos emprendedores, pero necesita la tecnología y los capitales externos. Pero muchos inversores, después de conocer el país, me dicen “duermo mejor sabiendo que mi dinero está en Brasil”. Y eso es trágico.
—¿Qué hicieron los brasileños? —Un muy buen trabajo, hoy son amos y dueños del etanol a base de caña de azúcar, que sustituye a la nafta.
Además ya tienen un track record y bajos niveles de riesgo para las inversiones.
Argentina debería complementar eso con producción de biodiésel, pero lo cierto es que Brasil está atrayendo ahora también a esas inversiones.
Debemos reaccionar rápido.
CUENTA REGRESIVA
- En Argentina, las principales 40 plantas de biodiésel producen 1,5 millón de toneladas al año.
- El 90% de la producción se exporta, el resto corresponde a proyectos experimentales o de autoabastecimiento.
- En 2010, el gasoil argentino deberá tener un 5% de biodiésel, y la nafta un 5% de etanol de origen vegetal.
- Una planta tarda 18 meses en ser construida. Todavía no existe ninguna destinada a producir para el 2010.
- La producción argentina equivale al 13% de la mundial.