En este contexto, se realizó el Foro Panamericano de Energías Renovables, que finalizó ayer, en el que, entre otros temas, se discutió acerca del desarrollo de los biocombustibles de segunda generación y las posibilidades de producción de biomasa y bioaceite a partir de residuos que provienen de la producción agroindustrial.
"La ventaja de los biocombustibles de segunda generación es que permiten el aprovechamiento de áreas actualmente no cultivables; no compiten con la producción de alimentos; desarrollan la agricultura a nivel regional, y generan mano de obra en las economías del interior, mejoran algunas especificaciones del biodiésel y diversifican la oferta de biocombustibles", explicó Gabriel Obrador, presidente de la empresa Patagonia Bioenergía y vicepresidente de la Cámara Argentina de Biocombustibles (Carbio).
Los cultivos con posibilidades de desarrollo para este rubro en el país son el ricino, el cártamo, la jatropha y la camelina, aunque, para desarrollarse plenamente, éstos requieren de un proceso de selección, adaptación y mejoramiento genético. De estos cultivos, para Obrador los que más potencial tienen son la jatropha (apta para el Norte) y la camelina (apta para la Patagonia).
A su turno, Federico Christensen, ejecutivo de la firma Celulosa Argentina, habló del potencial del desarrollo de la biomasa, que surge de los residuos de la producción de árboles y el procesamiento de la industria forestal para la generación de energía eléctrica. "En nuestra empresa, el objetivo es mutar la matriz de suministro energético, a partir del aprovechamiento de la biomasa", dijo.
El ejecutivo citó seguidamente el trabajo de la empresa en Uruguay, donde el objetivo de la firma es reemplazar 22.000 megavatios por año de energía con biomasa, lo que implicaría un ahorro anual aproximado de 2,5 millones de dólares para la planta uruguaya de la compañía. "Claro que, sin ánimo de hacer comparaciones odiosas, Uruguay tiene una política fuerte de asistencia financiera a este tipo de proyectos de desarrollo limpio", destacó.
Christensen destacó que, de la producción forestal de las dos plantas que Celulosa tiene en Corrientes, hay 1,48 millones de toneladas de residuos anuales que podrían ser destinados a biomasa para generar energía eléctrica. "Nuestra disponibilidad de biomasa permite pensar en potencial de generación de 10 a 15 megavatios por hora", dijo. En el corto plazo, Celulosa prevé instalar una planta de cogeneración eléctrica a partir de biomasa con una capacidad de producción de 84.000 megavatios anuales, en Gobernador Virasoro, Corrientes.
Por su lado, Raúl Waisntein, de Fiducorp, habló de las alternativas de desarrollo de bioaceite. "Los bosques cultivados, los pellets de madera y de la producción de granos, los residuos de la explotación de madera y la fracción orgánica de los residuos sólidos urbanos son algunas de las varias fuentes de producción de bioaceite posibles. En la Argentina, hay cinco millones de toneladas de granos que podrían destinarse a la fabricación de bioaceite", dijo Waisntein.
El bioaceite puede sustituir los aceites combustibles o al diésel en calderas, hornos, motores diésel y turbinas; puede usarse como fertilizante mezclado con otros compuestos y puede servir de fuente para la extracción de aditivos para combustibles.
Finalmente, Víctor Castro, de Carbio, destacó el papel preponderante del país en la producción de biocombustibles en el nivel mundial. "Los cinco principales productores mundiales de biodiésel son Alemania, Estados Unidos, Francia, la Argentina y Brasil, que juntos hacen el 68% del biodiésel. En este contexto, la Argentina es el tercer productor, y primer exportador mundial de aceite de soja", dijo Castro.
Fuente La Nacion
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