La compañía ha estado revisando algunos meses la cartera inversora, justamente para recobrarse de ese episodio, y ya ha suscripto acuerdos estratégicos en Rusia e India. El caso brasileño es el mayor al presente en cuanto a combustibles alternativos, rubro que –sostienen varios analistas- puede triplicarse o más en veinte años.
Robert Dudley, director ejecutivo de BP, señala que “esta adquisición subraya nuestro compromiso de establecer negocios en economías expansivas. Brasil es un ejemplo de operación que combina explotación, producción e inversiones en biocombustibles”.
Según los términos del convenio, BP pagará unos US$ 680 millones por 83% de Companhia Nacional de Açúcar e Alcool (CNAA) y refinanciará 100% de la deuda pendiente a largo plazo. Tras la operación –sujeta a la aprobación de la autoridad reguladora-, la empresa operará dos unidades productoras de etanol en los estados de Goiás y Minas Gerais.
Una tercera planta de CNAA en el segundo se halla en desarrollo. Las dos unidades compradas elevarán la capacidad de BP a 1.400 millones anuales de litros de etanol, contra los 435 millones actuales. Más tarde, la capacidad procesadora planeada en las tres plantas alcanzará a 15 millones de toneladas anuales.
Desde hace dos años, Brasil atrae varias compañías interesadas en esos rubros. BP misma tiene ya 50% de participación en BioEnergia Tropical, que opera una unidad capaz de procesar 450 millones de litros al año.
Por otra parte, Royal Dutch/Shell y Cosan (segunda productora de etanol y azúcar) se aliaron en abril último para crear el mayor distribuidor del combustible en el país. Llamado Raizen, el emprendimiento conjunto venderá por alrededor de US$ 30.000 millones anuales.
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